Blog 2 – La sabia vida


La sabia vida


En estos años en lo que radico en un lugar sensacional donde convivo mas de cerca con la naturaleza, me doy cuenta una vez más, de cuánto podemos aprender de ella. A veces, contagiada con la vorágine del mundo, paso ante lo natural, solo viendo y no observando realmente, sin integrarme a fondo en el existir del espacio maravilloso que me rodea.

Hoy si, me detengo ante esta palma, y sin tocarla, sin violentarla puedo apreciar tanta sabiduría, tanto orden, tanta coherencia en su ciclo vital, que me hace reflexionar en la vida, de la vida en esencia, que comparte la palma con nosotros y con tantos otros seres que existen. Sabiamente las palmas se han instalado cerca del río, donde sin dificultad sus raíces absorben el agua fresca que convertida en savia es fuente de energía para la planta. Nosotros, en cambio, muchas veces nos ubicamos en espacios llenos de cemento, unos casi encima de otros, donde apenas podemos sobrevivir pues nuestro ser, cuerpo y espíritu requiere de un hábitat mucho mas acorde a nuestra naturaleza. Lo artificial se ha apoderado de lo natural.

Las palmas van creciendo pausadamente, prudentemente, diría yo, conforme a la cantidad de sol que van recibiendo. Nosotros, otras veces, por el abuso de la luz eléctrica, nos excedemos cayendo en deformaciones que dañan nuestra convivencia y nuestra salud.

Las hojas de las palmas surgen con pasión conquistando el espacio primero enrolladas, derechas, hacia arriba y, poco a poco, van desenrollándose, abriéndose, inclinándose mostrando casi con orgullo, toda su belleza plástica. Poco a poco la hoja va doblándose bajo su propio peso, va oscureciéndose, es hora de que está parte en el suelo, parte sujetada del tronco. Va perdiendo fuerza, cambiando de consistencia, se desprende de la fuente de vida, va secándose con paciencia. Termina fundiéndose con la tierra logrando un abono perfecto para la siguiente palma.

Maestra palma, enséñanos a saber aprovechar cada etapa de nuestra vida, respetarla, valorarla. Dejar de truncar el nacimiento de una nueva vida. Gozar cada etapa de la niñez, sin pretender crecer antes de tiempo, dejando la inocencia y frescura de esta etapa manifestarse en toda su grandeza. En esa pubertad en la que se va definiendo hacia donde se desarrolla la vida; aceptarla y amarla como ese surgir propio, peculiar para que sea realmente genuino, individual e irrepetible. Muéstranos como madurar aprendiendo de los fallos, satisfechos de los aciertos, saborear esta etapa. Y bueno cuando finalmente vamos envejeciendo, que la inclinación de nuestras facultades, realidades hacia la tierra, la hagamos con elegancia, con esperanza, sin dejar de experimentar plenamente el encontrarnos bien vivos. Y al final, enséñanos a morir cargados de todo lo vivido, lleno de nutrientes para las futuras nuevas vidas.

Gracias palma sabia por tanto que nos enseñas.

© Elisa Legorreta    Noviembre 2023